23-11-2014 Por: Hilda Ruth Flores Muñoz Aquí estoy de nuevo pensando en el amor. ¡Ah… El amor! Reconozco las emociones, revive el sentimiento. En esta ocasión llega sumamente asimétrico. Él es un joven capaz, inteligente, elocuente, con la capacidad de ponerme nerviosa, Él me escucha, me mira fijo, me hace bromas… ¡Sí! Es uno de los pocos que se atreve a hacerme bromas. Es un muchachito. Su aroma es inolvidable, como inolvidable es el mechón de pelo color castaño que le cae sobre la frente. ¡Y esa barba! Una barba varonil que acaricia su piel y hace resaltar sus ojos fijos. Es deportista y científico, seguro de sí mismo, ¡me encanta! Pero es un muchachito. Mis momentos junto a él pasan muy rápido. Quisiera congelar cada instante. Quisiera tener valor. Quisiera ser más joven. Quisiera que avanzara rápido. Quisiera…con mi muchachito. Luego de pensar muchas horas en él, tuve que aceptarlo: ¡Me fascina! ¡Me encanta! Tengo claro l
Amor y vida. El título está en alemán. Un idioma que muchos critican a priori por ser rígido, frío y muy estructurado, pero al aprenderlo se aprecia la armonía de su estructura y su intenso y a la vez sutil pronunciación. Una metáfora que concuerda conmigo.